*24.37.-Progresismo y prosperidad van de la mano PAUL KRUGMAN
*La guerra es negocio muy rentable del imperialismo norteamericanoAURELIO SUÁREZ

Esta economía de guerra garantiza la hegemonía, estimula conflictos y es clave en el comercio exterior estadounidense.

Analizar la economía de las grandes potencias exige ver el significado que tiene la guerra para ellas, y por qué militarizan su economía. Pasó con la Alemania de Hitler y el socialimperialismo soviético, que relegaron la producción de bienes de consumo masivo por la de armas.

12 oct 2024.- Tendencias

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En 1939, las fuerzas terrestres germanas tenían 2.800.000 hombres; las aéreas, 300.000; la marina, 250.000, y las SS, más de 35.000. Contaban con 4.300 aviones de combate, acorazados, cruceros ligeros, destructores y submarinos. Violó el Tratado de Versalles y el resto se conoce (J. G. Paz, 2019).

En 1982, la Unión Soviética, con el Pacto de Varsovia, tuvo 4.000.000 de soldados en 173 divisiones, 1.920 cazabombarderos, 4.370 aviones interceptadores, 600 de reconocimiento, 865 tácticos, 350 bombarderos, 21 cruceros, 182 destructores, 551 patrulleras rápidas, 258 submarinos, 179 antisubmarinos, 42.500 carros de combate, 20.300 lanzadores de misiles, 31.800 morteros, 78.800 vehículos de infantería, 1.700 helicópteros de apoyo, 960 misiles nucleares de corto alcance y más de 2.500 de alcance medio. Fuerza descomunal, caída con el Muro de Berlín en 1989 (Ceseden, mayo de 1984).

En enero de 1961, el presidente de Estados Unidos, Dwight Eisenhower, denunció la conjunción entre un “inmenso establecimiento militar y la gran industria de armas”, que definió como “complejo militar industrial”. Joan Robinson precisó: “Lo más conveniente para un Gobierno es gastar en armamentos. El complejo militar-industrial tomó el mando” (1971).

Aunque dicho gasto decayó algo tras el cataclismo soviético, revivió luego del 11-S. Entre 2000 y 2023 sumó 15,2 billones (millones de millones) de dólares y 19,48, a precios constantes de 2022, igual a 2 de cada 5 del valor mundial total, y al 70 por ciento del PIB norteamericano de 2023 (cálculo con base en el Sipri).

No es fácil describir la máquina militar de Estados Unidos, asentada en 750 bases en el mundo y 175.000 tropas desplegadas afuera de sus fronteras (Soberanía, n.º 2). El Ejército (U.S. Army), con 1.073.000 efectivos, cuenta con 25.000 vehículos pesados, entre tanques, antiminas y de ataque, y junto con la Guardia Nacional y la Costera operan miles de aviones de ala giratoria y helicópteros. La Fuerza Aérea (U.S. Air Force), con 495.879 uniformados, supera 3.000 cazas y 150 bombarderos de los tipos B-1, B-2 y B-52; cientos de aviones tanqueros, de reconocimiento, transporte, entrenamiento, servicios médicos y más de 420 helicópteros. La Armada (U.S. Navy), con 336.000 personas y 102.000 reservistas, tiene 470 embarcaciones, activas y en reserva, de ellas 11 portaviones, que cargan 960 unidades, 51 submarinos de ataque, 75 destructores y cruceros nucleares.

La tríada nuclear, pilar de la seguridad de Estados Unidos, la conforman 400 misiles Minuteman III, que se modernizarán a 2029; los 14 submarinos Ohio –reemplazados en 2030 por los Columbia– son plataformas de lanzamiento de misiles que transportan hasta 20 balísticos con múltiples ojivas, de las 5.044, que aún conserva, y el intercontinental Trident II D5. Además, una flota de bombarderos compuesta de 46 aviones B-52H Stratofortress y 20 B-2A Spirit (DoD).

No se habla ya de complejo militar-industrial, sino del “establecimiento de la seguridad nacional”, al agregar congresistas patrocinados, centros de pensamiento y medios afines, en cuya base están los gigantes contratistas Lockheed Martin, RTX, Northrop Grumman, General Dynamics¸ Boeing y BAE Systems (quincyinst.org, 1/10/24).

Desde 2017 fluyen contratos por más de 50.000 millones de dólares destinados al grupo combinado entre las gigantescas tecnológicas Microsoft, Amazon, Google, Oracle, Hewlett Packard, Dell, Motorola e IBM y “cientos de nuevas empresas” de inteligencia artificial, soportadas por firmas de capital de riesgo, entre las que se encuentra Sequoia Capital, que dio 7,8 millones de dólares a la campaña de Harris y 3,5 a la de Trump (Watson Institute, 17/4/24, opensecrets.org).

Esta economía de guerra garantiza la hegemonía, estimula conflictos y es clave en el comercio exterior estadounidense. Ucrania importó 4,9 por ciento del mercado de armas en 2023 y, entre 2019 y 2023, Estados Unidos vendió 69 por ciento de las armas importadas por Israel, aceleró en 2023 y 2024 contratos de 1.000 bombas guiadas y proyectiles, aprobó suministrarle cazas F-15 y F-35 y bombas de 500 libras, y ambas industrias armamentísticas cooperan en defensas antimisiles (Sipri).

El poderío de superpotencia de Estados Unidos va junto con jugosas exportaciones de armamento, 42 por ciento del total mundial, mediante 42 empresas entre las 100 mayores del sector en el mundo, con ingresos por 302.000 millones de dólares en 2023 (Sipri). Negocio montado sobre miles de cadáveres, con rentas extraordinarias. Al imperialismo no le sirve la paz.

https://www.semana.com/opinion/articulo/la-guerra-es-negocio-muy-rentable-del-imperialismo-norteamericano/202400/

24.37.-Progresismo y prosperidad van de la mano PAUL KRUGMAN

La predicción de Donald Trump de que la presidencia demócrata significaría depresión no se ha hecho realidad

El presidente de EE UU, Joe Biden, en el Club Económico de Washington, el jueves 19 de septiembre de 2024.

El presidente de EE UU, Joe Biden, en el Club Económico de Washington, el jueves 19 de septiembre de 2024.HAIYUN JIANG (NEW YORK TIMES / CONTACTO)

Es difícil exagerar lo buenas que han sido las cifras económicas recientes. El viernes pasado supimos que el crecimiento del empleo sigue siendo sólido y que el paro se mantiene en niveles históricamente bajos. Creo que es seguro decir que la predicción de Donald Trump para 2020 de que una presidencia de Joe Biden significaría una “depresión” no se ha hecho realidad.

11 oct 2024.- Una semana antes nos enteramos de que la inflación ha seguido bajando y ahora está más o menos en el objetivo del 2% de la Reserva Federal. Este éxito ha desafiado la opinión que sostenían muchos economistas hace solo un par de años de que la desinflación requeriría años de desempleo elevado.

Entonces, ¿reivindican estas buenas noticias la bideneconomía? Yo diría que sí, pero no exactamente de la manera en que ustedes se imaginan. Antes de llegar a eso, unas palabras sobre los inevitables intentos de Trump de negar la realidad de las buenas noticias. Algunos, como el senador republicano Marco Rubio, se limitan a afirmar que las cifras son “falsas”. Esas afirmaciones pasan por alto el hecho de que los cálculos independientes y privados también muestran un fuerte crecimiento del empleo y una inflación baja.

Sin embargo, la principal reacción del mundo del Haz que Estados Unidos Vuelva a Ser Grande (MAGA, por sus siglas en inglés) parece consistir en insistir, como hizo Trump en una entrevista reciente en el canal Fox Business, en que “los inmigrantes que entran ilegalmente en el país son los que consiguen los trabajos”. Afirmaciones como esta obtienen ciertos visos de verdad del hecho de que el empleo entre los estadounidenses nacidos en el país se ha mantenido estable o ha disminuido en los últimos años. Pero esto no ocurre porque los estadounidenses nacidos aquí no puedan encontrar trabajo; la tasa de desempleo de los nativos es de solo el 3,8%. Ocurre porque los que nacieron durante la explosión de natalidad posterior a la Segunda Guerra Mundial se están haciendo mayores y cada vez son más los que alcanzan la edad de jubilación y abandonan la población activa. Esto es, por cierto, algo sobre lo que muchos economistas, entre los que me incluyo, llevan escribiendo mucho tiempo.

Si compensamos el envejecimiento de la población teniendo en cuenta solo a los adultos en los mejores años de su vida activa, la tasa de empleo entre los adultos nacidos en Estados Unidos es más alta ahora que en cualquier momento durante el Gobierno de Trump. Resumiendo, las buenas noticias económicas son reales, digan lo que digan Trump y sus secuaces. Pero ¿debemos atribuir el mérito al Gobierno de Biden?

El estímulo fiscal que proporcionó la Ley del Plan de Rescate Estadounidense, promulgada a principios de 2021, ciertamente ayudó a la economía estadounidense a recuperarse rápidamente de la recesión provocada por la pandemia. Pero resulta difícil sostener que, en otoño de 2024, siga impulsando el crecimiento del empleo.

En cuanto a la caída de la inflación, aunque el Gobierno de Biden firmó en 2022 una ley llamada Ley de Reducción de la Inflación, esta básicamente no tenía nada que ver con la inflación, sino que era principalmente una ley para luchar con el cambio climático. Los propios economistas del Gobierno atribuyen el descenso de la inflación desde 2022 principalmente a la descongestión de las cadenas de suministro que se habían visto alteradas por la pandemia. Es posible que la política gubernamental haya contribuido un poco a este desbloqueo, pero sobre todo se trata de que nuestra economía ha demostrado, una vez más, su extraordinaria capacidad para adaptarse a las crisis.

Pero si las políticas de Biden no han sido la causa principal del bajo desempleo y la baja inflación, ¿por qué digo que se han visto reivindicadas? Porque nuestro éxito a la hora de llegar al buen lugar en el que estamos ahora demuestra que las políticas económicas progresistas son, de hecho, viables.

Si leen aquellas advertencias descaminadas de hace unos años según las cuales nuestra economía estaba condenada a experimentar una inflación y una recesión persistentes, algunas representaban preocupaciones sinceras de que el repunte de la inflación en 2021-22 —que, por cierto, era mundial, se estaba produciendo en muchos países— se afianzara. Pero muchas de ellas tenían un inconfundible tono de satisfacción, y venían a decir implícita o explícitamente: “Ves, esto es lo que pasa cuando gastas dinero en cosas que quieren los liberales”. En efecto, el Gobierno de Biden ha impulsado importantes ayudas a las familias con hijos, grandes subvenciones a las energías limpias, inversiones considerables en tecnología y mucho más. De hecho, muchos agoreros de la estanflación consideraban que lo que imaginaban como una perspectiva económica sombría era un castigo por este ambicioso programa.

En otras palabras, muchas de esas funestas predicciones sobre la economía deben considerarse ideológicas, o simplemente afirmaciones cínicas de que si intentamos proteger el medio ambiente y ayudar a las familias y a las industrias importantes —en lugar de, por ejemplo, rebajar los impuestos a los ricos— arruinaremos la economía. Algunos, como Elon Musk, siguen diciendo básicamente lo mismo. Excepto que el castigo nunca llegó. En cambio, Estados Unidos ha experimentado un crecimiento sólido combinado con un descenso de la inflación.

Teniendo en cuenta lo bien que nos ha ido, ¿se replantearán sus puntos de vista los que insistían en que las políticas progresistas son desastrosas para la economía? Esperen sentados. Sin embargo, para el resto de nosotros, las buenas noticias económicas confirman que nos puede ir bien haciendo el bien, que Estados Unidos puede prosperar en el presente mientras se prepara para el futuro ayudando a los niños, construyendo infraestructuras, promoviendo la transición energética y mucho más. Y eso, en esencia, es lo que pretendía la bideneconomía: hacer valer la afirmación de que las políticas progresistas y la prosperidad pueden ir de la mano.

https://elpais.com/economia/negocios/2024-10-12/progresismo-y-prosperidad-van-de-la-mano.html

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